domingo, 21 de junio de 2020

CARTA DE LA SEÑORITA AMALIA


¡¡¡¡ÉRASE UNA VEZ!!!!

Así empiezan casi todos los cuentos, que luego cuentan historias increíbles y fantásticas. Y que luego acaban, casi siempre, bien.
Pues así empezó un viernes 13 de marzo, esta historia que os voy a contar.
Apenas llegamos ese viernes al colegio, se notaba tensión en el ambiente. Ya los medios nos tenían al tanto de que la situación sanitaria estaba en alerta. Nos comunican que preparemos unas actividades para quince días, que eran los que en un principio, íbamos a estar sin colegio.
En la clase, los niños y niñas estaban contentos/as y relajados, como otros muchos viernes, deseando que llegara el momento de Plástica que tanto les gusta…Y también esperando que no pusiera muchos deberes para el fin de semana.
Acerté a duras penas a hacer la primera programación que titulé: ACTIVIDADES PARA EL CORONAVIRUS, sin saber cuántas más iba a tener que elaborar…
Me despedí de los niños y las niñas con el desconcierto y la incertidumbre de las circunstancias.
 ¡¡¡Cuánto he echado de menos no haberlos abrazado fuertemente!!!
Empecé ese lunes con una ardua labor.
¡Contactar con todos/as vosotros/as!
Y comencé a valorar cosas a las que no les habíamos dado importancia.
¿Por qué no tendré yo los correos actualizados de todas mis familias?
–me preguntaba.
Por fin conseguimos el reto y estábamos todos/as conectados. Luego, asimilando que la ruptura con el colegio iba más en serio de lo que imaginábamos, empecé a pensar cómo ayudar a mis niños y niñas que tanto echaba de menos. Primero fueron algunos vídeos, que aunque no me acompañaban dotes artísticas o escénicas, pero los hice con todo el cariño del mundo. Y ahí estaba yo, delante de mi móvil dispuesta a transmitirles que pronto nos íbamos a ver y que volveríamos al cole en cuanto esto pasara…
Después, en los momentos de más crisis sanitaria, y cuando teníamos todo tipo de restricciones, pensé que no sólo con cariño se aprende, aunque ayuda mucho.
Me veía delante de esas actividades y sintiendo la impotencia de no poder ayudarlos/as, empecé tímidamente a grabarles mis explicaciones. Primero fueron sólo mensajes de voz, luego llegaron los VÍDEOS…tachán, tachán.
No sabéis lo duro que fueron para mí muchos de esos vídeos, porque mi sentir era ayudarlos/as, pero no sabía muy bien cómo.
Poco a poco, y casi sin darnos cuenta, empezamos a interiorizar rutinas. Mías y vuestras. En unos días todo aquello empezó a funcionar. Aunque, eso sí, todavía había problemas técnicos de: tengo lleno el correo, no me llegan los emails, no tengo internet, cómo se descarga un archivo…  jajajaja
Y entonces fue cuando empecé a descubrir que en la distancia también se puede ser cercana y también se puede aprender. Y no lo digo por lo que hayan aprendido los niños y las niñas. Lo digo por lo que yo he aprendido de ellos y de ellas. Con cada correo que mandaba obtenía siempre respuestas que se multiplicaban por veinticinco cabecitas que ese día, y por supuesto con vuestra colaboración, habían estado pensando y estudiando. Porque no me devolvían conocimientos, sobre todo me llenaban de CARIÑO. Y así comencé a quererlos/as y a conocerlos/as de otra manera. Y si me lo permitís, de una forma más intensa.
Y no eran sólo los pequeñajos/as los que me devolvían, eráis también vosotras, las madres las que me habéis devuelto, con vuestras atenciones, vuestras palabras de agradecimiento y vuestros buenos deseos, me habéis devuelto mucho cariño.
Por eso, no me gustaría terminar este curso tan especial, sin agradeceros vuestro apoyo y vuestra colaboración. También agradeceros de corazón vuestra confianza durante este tiempo. No sólo durante el “confinamiento”, si no en todas las tareas y actividades que hemos realizado.
Son ya tres curso de trabajo intenso y duro, y en circunstancias muy diferentes, pero me quedo con la satisfacción…¡¡¡del trabajo bien hecho!!!


Seño Amalia

<<<<Junio de 2020>>>>