¡¡¡¡ÉRASE UNA VEZ!!!!
Así empiezan casi todos los cuentos, que luego cuentan
historias increíbles y fantásticas. Y que luego acaban, casi siempre, bien.
Pues así empezó un viernes 13 de marzo, esta historia que os
voy a contar.
Apenas llegamos ese viernes al colegio, se notaba tensión en
el ambiente. Ya los medios nos tenían al tanto de que la situación sanitaria
estaba en alerta. Nos comunican que preparemos unas actividades para quince
días, que eran los que en un principio, íbamos a estar sin colegio.
En la clase, los niños y niñas estaban contentos/as y
relajados, como otros muchos viernes, deseando que llegara el momento de
Plástica que tanto les gusta…Y también esperando que no pusiera muchos deberes
para el fin de semana.
Acerté a duras penas a hacer la primera programación que
titulé: ACTIVIDADES PARA EL CORONAVIRUS, sin saber cuántas más iba a tener que
elaborar…
Me despedí de los niños y las niñas con el desconcierto y la
incertidumbre de las circunstancias.
¡¡¡Cuánto he echado de
menos no haberlos abrazado fuertemente!!!
Empecé ese lunes con una ardua labor.
¡Contactar con todos/as vosotros/as!
Y comencé a valorar cosas a las que no les habíamos dado
importancia.
¿Por qué no tendré yo los correos actualizados de todas mis
familias?
–me preguntaba.
Por fin conseguimos el reto y estábamos todos/as conectados.
Luego, asimilando que la ruptura con el colegio iba más en serio de lo que
imaginábamos, empecé a pensar cómo ayudar a mis niños y niñas que tanto echaba
de menos. Primero fueron algunos vídeos, que aunque no me acompañaban dotes
artísticas o escénicas, pero los hice con todo el cariño del mundo. Y ahí
estaba yo, delante de mi móvil dispuesta a transmitirles que pronto nos íbamos
a ver y que volveríamos al cole en cuanto esto pasara…
Después, en los momentos de más crisis sanitaria, y cuando
teníamos todo tipo de restricciones, pensé que no sólo con cariño se aprende,
aunque ayuda mucho.
Me veía delante de esas actividades y sintiendo la impotencia
de no poder ayudarlos/as, empecé tímidamente a grabarles mis explicaciones.
Primero fueron sólo mensajes de voz, luego llegaron los VÍDEOS…tachán, tachán.
No sabéis lo duro que fueron para mí muchos de esos vídeos,
porque mi sentir era ayudarlos/as, pero no sabía muy bien cómo.
Poco a poco, y casi sin darnos cuenta, empezamos a
interiorizar rutinas. Mías y vuestras. En unos días todo aquello empezó a
funcionar. Aunque, eso sí, todavía había problemas técnicos de: tengo lleno el
correo, no me llegan los emails, no tengo internet, cómo se descarga un
archivo… jajajaja
Y entonces fue cuando empecé a descubrir que en la distancia
también se puede ser cercana y también se puede aprender. Y no lo digo por lo
que hayan aprendido los niños y las niñas. Lo digo por lo que yo he aprendido de
ellos y de ellas. Con cada correo que mandaba obtenía siempre respuestas que se
multiplicaban por veinticinco cabecitas que ese día, y por supuesto con vuestra
colaboración, habían estado pensando y estudiando. Porque no me devolvían
conocimientos, sobre todo me llenaban de CARIÑO. Y así comencé a quererlos/as y
a conocerlos/as de otra manera. Y si me lo permitís, de una forma más intensa.
Y no eran sólo los pequeñajos/as los que me devolvían, eráis
también vosotras, las madres las que me habéis devuelto, con vuestras
atenciones, vuestras palabras de agradecimiento y vuestros buenos deseos, me
habéis devuelto mucho cariño.
Por eso, no me gustaría terminar este curso tan
especial, sin agradeceros vuestro apoyo y vuestra colaboración. También
agradeceros de corazón vuestra confianza durante este tiempo. No sólo durante
el “confinamiento”, si no en todas las tareas y actividades que hemos
realizado.
Son ya tres curso de trabajo intenso y duro, y en
circunstancias muy diferentes, pero me quedo con la satisfacción…¡¡¡del trabajo
bien hecho!!!
Seño Amalia
<<<<Junio de
2020>>>>